Uno
de los fundamentos de mindfulness es tener mente de principiante, es una
actitud de no saber, de ver las
cosas por primera vez.
Si
nos acordamos de cuando éramos niños, que las cosas nos sorprendían y las
mirábamos con absoluta atención porque era nuevo para nosotros, era una
experiencia nueva y queríamos vivirla, sentirla y no le poníamos matices, ni
juicios porque era la primera vez.
Recuerdo
que me regalaron un helicóptero de juguete, al cabo de poco tiempo había
desmontado todas las piezas, fue más divertido para mi, como iba descubriendo
pieza a pieza.
La
mente de principiante es una actitud, no quiere decir que no sepas nada, solo
que en este momento no te quedas atrapado en lo que sabes, en la memoria o recuerdos
de esa experiencia, si no que te abres a la inmensidad de lo que ignoras.
Puedes
pensar que es aburrido estar atento a la respiración, que ya las has notado o
sentido en otras ocasiones, si piensas así, también puedes pensar que la consciencia se aburre contigo. Si recuerdas
los momentos en que has estado consciente, recordaras que no estabas aburrido,
es una sensación de estar en ese momento como si fuera la primera vez que
ocurre.
Si sobre aquello que
realizas habitualmente, aquello que conoces porque los has hecho anteriormente,
le pones mente de principiante, adquiere otra dimensión, otro tipo de
experiencia, ya no es una experiencia habitual, pasa a ser algo vivo, algo que
te puede llenar de entusiasmo, de alegría, hasta puedes descubrir algo inmenso.
Prueba a beber un vaso de agua como si
fuera la primera vez, como si no supieras nada del agua, es muy interesante
lo que puede ocurrir
Al
cultivar la mente de principiante en los actos que realizas, sea meditar,
respirar, andar, comer y quitarle eso que ya sabes, puedes estar viviendo
constantemente en un estado de asombro sobre las cosas y convertirse tu vida en
gozo momento a momento.
José
Lacoma.
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